jueves, 26 de febrero de 2015

Abel caminaba por la playa crepuscular. Vio a una chica sola, con unos auriculares blancos que resaltaban su tez morena y una cerveza que bebía de a pequeños sorbos. Se decidió a encararla, rompiendo el hielo con una frase que solía funcionarle: -¿Qué estas escuchando?- Ella se sacó los auriculares y la charla fluyó durante horas, compartieron la cerveza; después Abel invitó otra en un bar. Surgían cada vez más puntos en común: música, libros y anécdotas viajeras. Él optó por ser sutil y caballero, le pidió el número de su celu y le mandó una llamada perdida para que ella lo guarde en sus contactos (quedaron en verse de nuevo antes que ella se vuelva a Baires)
Al otro día Abel la llamó, atendió el contestador y le dejó un mensaje de voz. No recibió respuesta.
Al día siguiente le mandó un mensaje de texto, que ella tampoco nunca respondió.
Abel intentando dormir la siesta comenzó a imaginar todo lo que le haría si ella estuviese en su cuarto, tenía una erección tan grande que no podía ignorarla; así que prendió la compu, puso xvideos.com, buscó un tipo de chica lo más parecida a ella y  se hizo una buena paja.
(Off the record: Abel logró acabar en el momento en que se imaginó que una pendejita bien puta y medio nerd llamada Sutileza se la estaba chupando) 


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