Sus pies descalzos pisaron ripios de caminos sinuosos
cuesta arriba
cuesta abajo
atravesaron montañas
reposando cielos reflejados en aguas de deshielo azotadas por el viento
Curtieron decenas de tiempos muertos ,
esperando el sonido del agua ebulliendo sobre el fuego;
calentando las medias,
descargando vejigas y suspiros
Canjearon pipas de parcek
por promesas de besos posibles
Perdieron oportunidades de mezclar sus sexo con otros
por no tener preservativos
Adoptaron perritos huérfanos abandonados en la montaña
les pusieron nombres, pero no lograron encariñarse realmente con ellos
y los terminaron truequeando por platos de comida
Atravesaron desiertos, valles, llanuras, golfos y mesetas
burlando controles policiales
camuflados en la oscuridad de la noche
y en la niebla de sus humos dulces
Filmaron, fotografiaron
atardeceres y árboles con shutter
retratándose unos a otros,
haciendo morisquetas cuáticas
hasta llorar de la risa
Sus espíritus quedaron varados
en algún bosque que los ausentó del tiempo
Se habla de ellos entre porros y cervezas en plazas o bares de la patagonia
ahora son anécdota y viven en las lenguas del ácido,
en las rondas de fogones,
en canciones borrachas bajo las estrellas
Hundieron con los dedos corchos de botellas de vino
mientras buscaban ovnis en las noches sin luna
Pidieron deseos a la primera estrella,
cantaron mantras en el silencio de sus mentes
Atravesaron el océano y las salinas
Sintieron la arena desplazarse entre sus dedos
armaron carpas en lugares donde estaba prohibido acampar
diluyeron cristales en aguas de ríos pedregosos
y así brillaron como gotas de rocío
Bailaron contemplando amaneceres
distorsionados en la conciencia alterada,
conectada con dimensiones elevadas,
explícitamente sutiles
Masajearon sus pies
besaron sus sexos
olieron sus orejas
dibujaron sus destinos en sus espaldas
bostezaron
durmieron
despertaron
fumaron
y rieron
y rieron
y rieron
(A Florcita y Otto - Febrero 2009)
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