Corbata,
un nudo en el cuello del hombre elegante, un símbolo de poder, falo dormido
tapando botones de camisas que guardan sudores disimulados con costosos
perfumes importados, la ultima fragancia de la temporada para disimular la
fetidez de los ríos contaminados por los residuos de las empresas donde se
galantean corbatas nuevas y tarjetas personales. Corbata capital. A los coyas
no les interesa aprender a anudar en sus robustos cuellos tu estigma de status
cuo. Corbata venite a Sorata para verte ridícula puesta en un burro cargando
estiércol para abonar la tierra. La Pacha no te usa corbata, la Pacha te embarra,
te ensucia; quiero verte absurda, sucia y mal usada en la trenza de una cholita
peleando cacht en El Alto por ochenta bolivianos la entrada. Quiero verte
pisada por un mono en las yungas, usada de guairo para cargar a un niño de
cachetes inflados. La palabra corbata en Aymará no existe, en Quechua tampoco,
ni en ninguna de las lenguas originarias.
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