Las sonrisas de las putas lanzan neones incandescentes que piden fuego cuando se quedan sin cigarrillos.
Las palomas en la plaza
esperan migas de cervezas escondidas en mochilas sin fondo, destapadas con
llaves encontradas en cajas fuertes de furgones de camiones secuestrados.
Los besos robados a la luna
esperan sedientos su agua energizada con el sudor de miles de pastillas y
anteojos negros y muros que separan a los que buscan de los que quieren ser
encontrados.
Las sirenas de la policía
cortando manos de niños abuelos que buscan en bolsas de nylon hamburguesas y
latas de pegamento para pegarse un poco más al cielo reflejado en las zanjas de
las esquinas de este cemento.
Los vinos entonan canciones
fumadas en chapitas que jalan trenes cruzando la madrugada que tiembla en el
olor de frazadas salpicadas por deseos dormidos.
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