viernes, 1 de julio de 2011

Constantina se arrojó al mar desde lo alto de una roca
voló por unos instantes
cayendo
Constantina está cayendo
con el viento cubriéndole los ojos
su cara
cae
sobre esas rocas
allá
allá
abajo
donde rompen las olas
y las gaviotas van
están
desde mucho antes que Constantina
cayendo
cayendo
por el precipicio
sintiendo el viento
inflándole la ropa
¡Eso era volar!
¡Por fin lo sentía!
¡Podía hacerlo!
¡Mírenla!
Observen la sutil magnificencia de ese cuerpo agraciado retozando en gravedad extrema, la gracia de sus ropas blancas y transparentes al danzar con el viento, esos cabellos dorados como el mismísimo febo que despide a nuestra trágica heroína, leve suicida que decidió como último deseo ese aire y ese paisaje como postal de despedida
¡Constantina!¡Si estoy viendo tu sonrisa en esa caída!
Ahora mismo la traigo, ahora mismo la escribo
Lastima,
tan poco el tiempo para poder disfrutar
de esos últimos
brevísimos
instantes de vida;
todo ese sueño de volar
repitiéndose
una
y otra
vez
en la infinidad de las noches
donde siempre volvía a pasar lo mismo
donde el sueño de la caída desde lo alto del acantilado:
la espuma de las olas erosionando las rocas
golpe
tras golpe
del océano
ahí:
donde las realidades de las profundidades son ignoradas por completo,
como en la superficie son ignoradas por completo
las realidades de las profundidades;
de las cuáles
ahora
es parte Constantina
sin dejar ningún rastro,
ningún recuerdo,
ninguna pista,
más que un dulce olor en el aire
salpicado de olas
y sal
y sol
y sangre

Gus Sidlin 30/08/2009

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